Y esto es...
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- De la quietud, a veces tan anhelada al caos organizado, la capacidad para poder entender al mundo, cada vez más globalizado y a la mano de todos nosotros. Responsabilidad de sentir la realidad y ser crítico ante ella, nuevas formas de comunicación, estar al tanto de lo que nos rodea, crear una...ERA
11.24.2009
PodCast de Narco Cultura
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Un Acercamiento a la NarcoCultura
Narcotráfico y Cultura
A pesar de el claro significado que ambos términos tiene, por un lado el narcotráfico y por otro la cultura, si juntamos ambos conceptos entramos en otro significado mas profundo y característico. Si cogemos solo la palabra cultura, entendemos que “señala diferentes procesos y actividades cuya definición varía según los campos de resonancia en los que se la inserta para designar aquellas manifestaciones simbólicas y expresivas que desbordan el marco de racionalidad productiva de lo económico-social” (Richard 2005, pag.445). En su esencia, formas y hábitos aprendidos por un grupo de personas. Son los códigos, los símbolos y significados de estos, quienes nos ayudan a sentir la apropiación de una cultura y entender su sistema social. El narcotráfico es una de muchas formas de vidas que se dan dentro de una misma cultura y que a su vez “van estableciendo pautas definidas de interacción social entre los diferentes actores” (Ovalle 2007, pag. 1).
Así mismo, al tener un universo simbólico que agarra sectores definidos de una cultura como las mismas expresiones físicas, imaginadas, realistas, económicas, políticas, de poder, podremos hablar de una narcocultura que nace en su esencia al margen de la ley, en una anomia total (Godoy, 2008), cuyos “agentes del contrabando se sirvieron del respaldo del pueblo para vencer al enemigo acérrimo, el gobierno […] que impedían a la mafia extender sus redes de poder.” (Godoy 2008 pag.7).
La narcocultura ha logrado que a lo largo de su desarrollo en muchas regiones de países que mantienen esta expresión cultural (mas que una cultura en sí), también, mantener una identidad muy particular. De una subcultura, ésta entendida como la manera en que un circulo de individuos viven con ideas, valores, normas de comportamiento, lenguajes y estructuras sociales que se alejan de lo establecido por una cultura mayoritaria (hegemónica) y que a su vez puede resultar conflictiva, a una cultura del narcotráfico que legitima, por su aceptación popular mayoritaria. (Godoy, 2008). Se pasa de una identidad quebrantada por una estigmatización gubernamental a una aceptación y muchas veces, por parte de sectores rurales, una emulación para conseguir poder o protección de un mesías carismático (Godoy,2008) que se preocupa por los más desfavorecidos, tal como la figura reverente de “Malverde”, el bandido generoso (esto nos da a conocer que hasta en las esferas mas intimas como la espiritual, este fenómeno se permea).
Es allí donde el estado, de algunos países donde se da la narcocultura, no llega, el lugar donde más propensa está a desarrollarse la narcocultura (en la zonas urbanas es más escaso o menos vistoso). Por lo general, es en las zonas rurales donde menos presencia hubo y hay, en muchas ocasiones, de fuerzas militares. La plantación de la hoja de coca, amapola, marihuana o demás plantas naturales, que luego son usadas en procesos químicos para producir, cocaína, cannabis, o demás narcóticos, se da en zonas más rurales que urbanas. La gente que cultiva estas plantas son campesinos y es aquí en este punto donde se entremezcla las formas de vivir, y ciertas costumbres con la narcocultura, cuyos actores vieron en esta labor y formas de vida, una más rentable. La ilegalidad del negocio hace que pareciera que los narcotraficantes cubren la cuota que los políticos no dan (Godoy,2008) y como consecuencia que muchas nuevos actores del negocio emulen ciertas formas de vida del jefe mayor o capo.
Y así como el universo de las diferentes culturas tiene su propia identidad y sistema de valores, la narcocultura tiene la premisa del honor, al estilo de las mafias mediterráneas (Godoy, 2008) (el lugar donde se desarrolla la narcocultura infiere poco en esta premisa). Otras de las características que se expresan en esta cultura son:
“valentía, lealtad familiar y de grupo, protección, venganza, generosidad, hospitalidad, nobleza y prestigio;3 formas de regulación interna –el uso de violencia física a quien traicione al jefe o quiera salirse del negocio–; un consumo específico –uso de la cocaína o la adquisición de joyería de oro–; un argot particular –manejo de claves como estrategia de clandestinidad (Héau y Giménez, 2004; Valenzuela, 2002); modelos de comportamiento caracterizados por un exacerbado “anhelo de poder”, en una búsqueda a ultranza del hedonismo y el prestigio social; una visión fatalista y nihilista del mundo4 y distintas formas de objetivar su imaginario social” (Godoy 2008 pag.4).
Fue en los años setenta cuando la se traslado, o por lo menos se intentó dar los primeros pasos, de el campo a la ciudad, de lo rural a lo urbano, bien por aceptación social mayoritaria o para realzar sus relaciones con esferas más centrales de los países donde se establece una narcocultura. Esta nueva realidad construye a su vez una reconstrucción social con una nueva realidad. Es la misma cultura, el factor que permite que se creen nuevos imaginarios acerca de lo que es la narcocultura y todo lo que implica.
Se permea lo que puede llegar a ser socialmente aceptado, aun, siendo mayor la cantidad de aceptación, si es para agregar más personas a un estilo de vida que permita la “inclusión social efectivo para grandes sectores” (Ovalle 2007 pag.2). La capacidad que esta cultura tiene para ofrecer una nueva realidad a quienes desean, mayormente por cuestiones económicas, es muy grande. Esta nueva realidad se conduce por medio del modus vivendis de quienes una vez vieron este negocio como un trampolín para el cambio social que anhelan. Sea por gusto, por situación económica, por pertenecer, por experimentar, el actor perteneciente a esta cultura, casi tiene por obligación real o no, una benevolencia social para con quienes más necesitan ayuda social, política y económica. Es parte de la narcocultura demostrar una capacidad económica casi infinita y con capacidad moral, ética y estética de presumirlo. Cayendo en esta cultura, quienes quisieron, por rebeldía, participar del cambio de una identidad de resistencia a una identidad legitimadora. Identidad que se gesto, en muchos casos como el de Colombia, en las narices del gobierno (proceso 8000).
Al parecer, la institucionalización de la narcolcutura en el campo social, tuvo un desarrollo complejo. Según Berger y Luckmann, el principio de toda institución social es el hábito, aceptando que, entonces, la narcocultura pasó de la etiqueta de cultura estigma y estigmatizada, transformándose en una cultura con atributos normales. Tan normales que fueron aceptadas en esferas públicas, estatales, civiles y jurídicas. La cultura, mayormente aceptada, transmuta o mezcla sus hábitos con una nueva realidad, tal como lo ha denominado Godoy en su texto. El imaginario colectivo del narcotráfico y la narcocultura ha ido trasladándose a una cotidianeidad que se adapta a un esquema conductual citadina, cuyos valores se ven, en cierto grado, transformados. Edificando, de esta manera, un narcoestado, narcopolitica, narcoeconomía y demás denominaciones que hacen de la narcocultura una masa integradora de pequeñas esferas, en el cual actúa el hombre-masa (Freud, 1969). El colectivo social ve en su misma estructura y expresiones de la misma, una aceptación y una mimesis colectiva, que trasciende lo marginado, sin preguntarse ni reflexionar sobre su profunda estructura, más sí dejándose llevar por la fascinación de quienes mezclan su cultura con las ya establecidas mayoritariamente.
En esta mezcla se da un fenómeno muy importante que tiene que ver con lo que denominamos alta y baja cultura. Por su propia naturaleza, de los que hacen narcocultura por fuera de la ley (Godoy,2008), se establece una relación conceptual entre los que están afuera de la narcocultura y la baja cultura. Es lo que llama Petri Alasuutari, la biopolítica que nos da el significado por el cual el estado-nación moldea el pensamiento de las personas para que quepan ideales de elite y necesidades económicas, tanto nacionales como globales (Alasuutari, Petri, 2001). Una vez establecida el concepto de alta cultura, por la mayoría de las personas que conviven en sociedad, cuyas implicaciones requieren aceptación de elites sociales (en especial el Latinoamérica, donde la segmentación entre alta clase y baja clase esta tan marcada), se empieza a diferenciar lo popular, casi en un sentido de otredad. La narcocultura, en su afán por reconocimiento social, emula ciertas formas de alta cultura, confundiendo el sentimiento romántico (el concepto de estado-nación nació durante la época romanticista, siglos 18 y 19 en Europa, según Petri Alasuutari), de concebir el arte (manifestaciones de la antigua Grecia, escultura y pintura) con la modernidad, adoptada por la mayoría en la ciudad.
Sin saber lo que se aproximaba, en los años setenta, cuando la narcocultura adquiere mayor relevancia, en especial en la vida urbana, masifica su forma de representación. Esto concuerda, consciente o inconscientemente, con uno de los significados de baja cultura: la masificación. La democratización del arte que por un lado puede intensificar el ideal de nacionalismo o bien bajar los estándares de calidad por el cual se debe admirar y calificar la alta cultura. Al crear una identidad propia de narcocultura, ya es capaz de mantener formas de vida y reglas, de las que se sirven para imponer (generalmete mediante el uso de la violencia (Godoy,2008)) y presentarse ante la sociedad, política, económica, jurídica. Una vez que la identidad de narcocultura se quiere expandir hacia lugares públicos (entre ellos el arte), que en un principio no se podía, es cuando se acepta la representación de ésta cultura como parte del imaginario colectivo. Es decir, las personas que no tienen nada o poco que ver con esta cultura ya son capaces de imaginar, de reflexionar, de observar de lejos o de cerca, tener contacto con las manifestaciones de la narcocultura (sea por medios externos o propios).
Esta reflexión se puede observar desde varios puntos de vista, desde el gobierno, desde los narcotraficantes, desde los beneficiados, desde los desplazados. Lo importante es entender la calidad del significado que ha tenido y tiene la narcocultura en todos los ámbitos sociales, cuyo principal reto es “aparentemente […] intenta penetrar al mundo cotidiano en busca de aceptación social o como un reto a lo tradicionalmente aceptado” (Almada, Marcos, 2005, Narcocultura: música, marihuana y mucha acción, La cultura del narcotráfico en los medios de entretenimiento). Desde las primeras expresiones culturales como el narcocorrido (canciones populares que narran las hazañas y vidas de los mafiosos mas reconocidos), nacidas en México, pasando por el séptimo arte de la mano de los hermanos Almada, cuyos inicios fueron, en México, como protagonistas de Westernes y que más tarde vieron la oportunidad de meterse en el narcocine. Ahora es momento de pasar a una reflexión un poco más profunda del sentimiento de algunos productores de televisión y del séptimo arte, que quisieron y quieren partir de este mundo (nueva realidad) para contar historias que permean aun mas en nuestro convivir diario.
A continuación vamos a tratar el tema de la narcocultura en los medios de comunicación en Colombia, es importante aclarar que dentro de los diferentes medios que existen vamos a tomar como base en este articulo, los libros, el cine y la televisión, puesto que estos son los medios en los que podemos identificar claramente los contenidos sobre el narcotráfico y en los cuales se han desarrollado en mayor cantidad.
En la última década hemos vistos como los contenidos que aparecen en nuestros medios de comunicación están basados en un tema especifico y en como desarrollan sus diferentes agentes dentro de ellos, el narcotráfico y los narcotraficantes. Unos son basados en historias de la vida real que han contado con la participación de sus protagonistas en la vida real como El cartel (2008), o por medio de documentación e investigación como El Rey (2006), otros han sido productos de la ficción María llena eres de Gracias (2004) pero siempre apoyado en sucesos que ocurren en el diario vivir.
Atrás quedaron historias sobre lugares imaginarios como Macondo en Cien años de soledad, historias de detectives colombianos como La Gente de La Universal, historias de misterios como Las Aguas Mansas, o simples comedias como Golpe de Estadio y Yo soy Betty La Fea. Todos estos productos con sello colombiano los cuales tuvieron éxito en otros países mostrando el talento colombiano para desarrollar contenidos en los medios.
A pesar de que el narcotráfico lleva muchos años desarrollándose en Colombia, en la última década vemos como el interés por los productores de medios y los consumidores de estos ha aumentado, esto se identifica claramente en un buen número de libros, películas, telenovelas los cuales toman como tema principal el mundo del trafico de drogas y todo lo relacionado con esta.
A continuación haremos un recuento de las producciones sobre la cultura del narcotráfico en los diferentes medios de comunicación.
Cine
El Rey (2006) que cuenta las historia de alias “el grillo” un narcotraficante caleño, Sumas y Resta (2005) una historia de ficción sobre un hombre clase media alta que se ve involucrado en el narcotráfico, María llena eres de Gracias (2004) y el Arriero (2009) son dos historias sobre dos personas que son “mulas”, Perro Come Perro un triller sobre un trabajador de narcotraficante, Pablo Ángel o Demonio (2007) es un documental con testimonios a favor y en contra de Pablo Escobar.
Libros
El Cartel de los Sapos (2008) escrito por un ex narcotraficante que cuenta la historia del cartel del norte del valle, El hijo del ajedrecista (2007) cuenta la historia de uno de los hijos de Gilberto Rodríguez Orejuela, Las Fantásticas narra la historia de las mujeres de los narcotraficantes, El Verdadero Pablo: Sangre, Traición y Muerte (2005) testimonio de alias “Popeye” la mano derecha de Pablo Escobar, Las prepago (2007) son relatos sobre mujeres famosas que se vendían a los narcotraficantes más famosos del país, Sin Tetas No Hay paraíso (2005) es la historia de mujeres que se venden se relacionan con narcotraficantes para poder salir adelante.
Televisión
Por ser uno de los medios más consumidos los contenidos desarrollados en él son los más importantes a tener en cuenta. Sin Tetas No Hay Paraíso (2007), El Cartel (2008) y Las Muñecas de la Mafia (2009) son telenovelas basadas en tres libros sobre narcotráfico, El Capo (2009) es una historia de ficción que cuenta la vida del más grande capo que pudo haber existido en Colombia, Pandillas Guerra y Paz II (2009) es una serie que lleva dos temporadas donde se narra la historia de una pandilla de un barrio de alto riesgo de Bogotá en donde el narcotráfico es uno de los temas mas importante.
Aparte del tema central que es el narcotráfico y la vida de sus protagonistas, estos contenidos comparten elementos que ayudan a reafirmar la existencia de una cultura del narcotráfico, en ellos encontramos lugares en común, vestimenta, música, lenguaje, todo esto hace parte de un estilo de vida que a pesar de saber que son personajes basados en personas que han cometido delitos y que han vivido o viven al margen de la ley, se acepta su existencia y se le da un espacio dentro del desarrollo de la vida cotidiana.
Un aspecto importante a resaltar porque puede generar un referente negativo en estos contenidos es la imagen que se crea del papel que juega la mujer dentro de esta cultura del narcotráfico, pues podemos ver como en la mayoría de casos por no decir en su totalidad, la mujer es tratada como un objeto que se “compra” y se “usa”. La visión que tiene las personas del mundo del narcotráfico acerca de la mujer es mas la de un trofeo para mostrar en donde la que mejor se vea físicamente es la que más vale, que la de un ser humano con valores. Este tema muy negativo y puede producir daños en el imaginario que se crean las personas de lo que son las mujeres y de cómo es su desarrollo en la vida.
Otro tema que se puede debatir y que puede herir susceptibilidades es la imagen de las regiones del país porque si por un lado tenemos que la imagen del país se ve afectada por estos contenidos, también las regiones del país se ven de forma negativa y nos damos cuenta que en la mayoría de casos estas historias están desarrolladas en la región de Antioquia y el valle del cauca, cuando todos sabemos que el narcotráfico ha azotado muchas más regiones del país. Este puede ser otro tema de debate acerca de la imagen y los referentes que crean estos contenidos.
El consumo de estos contenidos nos muestra como las personas sienten fascinación o atracción por estos temas, pues son historias de acción, de violencia, de clandestinidad, de lujos, derroche, mujeres, sexo etc., pero lo que hay que tener en cuenta es que se debe tener una visión muy objetiva en donde el consumidor debe tener claro que es puro entretenimiento y que por más que son historias reales o basadas en la vida real, no deben ser tomadas como ejemplos positivo sino aprender de los daños que han causado y de perjudicial que ha sido para nuestro país.
¿Se puede Proveer el futuro Audiovisual?
Es muy difícil decir por cuánto tiempo vamos a encontrar contenidos sobre el narcotráfico en los medios, lo que sí se puede decir es que vamos a encontrar muchos más, pues en este momento se puede decir que es una moda y estos contenidos atraen a la gente, por ende los medios querrán producir más de estos contenidos. Pero así mismo como todas las modas que llegan pasan y el tema puede cansar a la audiencia y a los productores, lo más importante para tener presente es que las personas deben saber separa la ficción de la realidad y poder ver esto desde con un sentido crítico y negativo pues la historia de sangre que hemos vivido en Colombia ha sido en gran parte por el narcotráfico, y que por ninguna razón estos personajes y este estilo de vida debe ser un ejemplo positivo.
Referencias:
GODOY, Joge (2008). Procesos de Institucionalizacion de la narcocultura en Sinaloa. Frontera norte, Vol.21 Num 41, Enero-Junio 2009 (pp 77-103)
Ovalle, Lilian (2007). Las Fronteras de la Narcocultura. Periodico El Estatal, Chihuahua, México
Alasuutari, P. (2001). Art, Entertainment, Culture and Nation. Cultural studies - Critical Methodologies, 1, 157-184.
Richard, N. (2005). Globalización académica, estudios culturales y crítica latinoamericana. En: D. Mato (Ed.) Cultura, política y sociedad Perspectivas latinoamericanas. (pp. 185-199) Buenos Aires: CLACSO, Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales.